Hay una voz
que me llama a transitar
el camino que conduce
al inaccesible castillo.
Sin cuestionar las razones
de esta ciega obediencia
me veo
cumpliendo inexorablemente
los designios
que nuestras mentes olvidaron .
Me acercaré a las ventanas,
llamaré a las puertas ,
subiré a las torres
y
aunque nadie aparezca
sé
que entraré
y se hará
más nítida para mí
esa intrincada arquitectura:
Te habré hallado
y me entregarás
el blanco lirio
que alguna vez
cultivamos.
Ana María Elizalde